LA CHICA SIN NOMBRE

CAPITULO I

La lluvia de aquella fría primavera del sesenta y cinco, creaba una atmósfera opaca que costaba traspasar con la vista. La neblina que bajaba hasta el suelo, se pegaba en las ropas de los caminantes que, encogidos, parecía que querían esconderse de cuanto les rodeaba. Era temprano, pero había mucha gente en la calle camino de sus obligaciones diarias; como el inspector Álex Baró, que con el cuello de la gabardina alzado y la cabeza cubierta por el sombrero de ala ancha, del que no se separaba, hacía esfuerzos para no recibir el impacto en el rostro de aquel sirimiri que calaba hasta los huesos.

Álex iba metido en sus pensamientos que le habían impedido dormir bien la noche pasada, donde se le presentaban los fantasmas que iban minando, poco a poco, su relación con Nelly. No podía quitarse de la mente aquel pensamiento que, unos meses antes, había tomado como objetivo realizar lo antes posible. Tenía que salir de aquella comisaría, porque allí ya no era feliz. El solo recuerdo de los últimos meses, en los que le había llevado hasta el extremo de desear abandonar su trabajo, se agolpaban ahora con insistencia en su cabeza para recordarle que tenía que acabar con aquella neurosis. Estaba sacrificando su relación con aquella muchacha a la que quería, de verdad, por un trabajo que le absorbía demasiado y que no le compensaba, debido a la pobre complacencia que recibía de sus superiores.

Continuará próximamente...

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